Ocho meses después, me has vuelto a recordar la razón por la cual me volviste loca. Sigues igual de odioso, yo que pensé que dejarías de ser ese niño pequeño algún día... Sigues igual y es más, yo te quiero así. Te sigues llevando mis risas en medio de la calle, mis miradas de te quiero odiar pero no puedo. Anda que no me queda a mí con ese bebé, y anda que no te queda a ti con esta idiota. Me volviste loca aquel 20 de octubre, y lo sigues haciendo hoy aquí, un poquito más abajo en el mapa y más arriba en los termómetros. Nos queda tanto, tantísimo. No voy a parar nunca, aunque me lo pidas entre sonrisas. Voy a seguir acariciándote el pelo, como en aquella peli, como en cada banco, como en cada beso. Siempre mío. Siempre tuya. Siempre nuestros.
Gracias por hacerme tan feliz, por sacarme de quicio, por besarme con esas ganas y abrazarme como nadie. Por esos ojos y esa boca. Por esa mano que acaricia mi tripita. Por saber lo que hacer para evitar que me pique. Por todo lo que hemos tenido y lo que queda por venir, que es mucho, muchísimo. Y nadie se hace a la idea de ello, créeme.
Te quiero idiota, siempre así. Siempre nuestros.
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