Llevo una hora hablando sola por whatsapp, sabiendo que te has quedado dormidito sin ni siquiera poder haberte dado las buenas noches como siempre. Como ya leíste no hace mucho en algo que no te gustó (a ninguno de los dos lo hizo), escribirte es mi particular forma de tener este ratito tan nuestro...
(Esta tarde no pretendía ponerme así, de veras, ni yo lo esperaba. Pero ya has visto, no me voy a ir. Ni hoy ni nunca. No pienses eso porfa, que me derrumbo, y hoy has tenido pruebas de ello)
Te quiero para todo. Para tranquilizarme y sacarme sonrisas después de alguna lágrima. Te quiero para los momentos a más de 40 grados y los momentos a 5 bajo cero. Te quiero en los inviernos, en la lluvia, y mientras nos graniza, para que me abraces cuando tengo frío. Te quiero en los veranos, con el Sol de Julio iluminándote, para echarte cremita y que así no te quemes, te quiero para pasar mis vacaciones contigo. Te quiero en entretiempo, los dos ardiendo y la lluvia mojando la calzada.
Te quiero para los ratos felices, para los difíciles, los bonitos, los íntimos, los de querer matarte y los de matar por ti. Para los ratos de risas sin fin, los de amor, los de silencio, los de pasión, para los ratos en un banco, los ratos en mi cama, o en cualquier lado, pero encima tuya.
Te quiero para soñarte, para sentirte, para besarte. Para amarte, para entregarme. Para abrazarte, sonreirte y hacerte cosquillas. Te quiero para que me piques, para que te escondas, para que me dejes hablando sola. Para que no me aguentes la mirada, para que me cojas de la mano, para que me beses el cuello, para que me acaricies la tripita. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. Al oído, o a gritos, entre sonrisas o gemidos. A todas horas.
Te quiero para todo,
para mí,
para siempre.
Dulces sueños bebé, me enamoras.
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