Lágrimas que nublan la vista, lágrimas que nublan la mente. Lágrimas de tristeza, impotencia, emoción, felicidad. Escribirte y bailar. Bailar y amarte. Sonreír, sonrío por ti. Por ver esa sonrisa de vuelta, por ver como esos ojitos me miran y notar como tus labios rozan los míos. Esos momentos, tan especiales, tan nuestros, ese 25. Por todos esos días. Porque cuando me miras el mundo se
apaga y nosotros nos impulsamos, brillamos. Muchos hablan de un siempre, nosotros hablamos del ahora, del mañana, de lo eterno. ¿Qué hubo miles antes que nosotros? No, como nosotros no. Muchos hablan, nosotros sentimos. Y una vez más, te doy las gracias, por esos “Sonríe tonta”, por todo, por hacerme respirar, por darle cuerda a mi vida. Por hacerme tan feliz. Gracias por llenar de color esos días grises, por pintar cada uno de ellos, con cuidado, pintando al mismo tiempo miles de sonrisas, llenando el aire de risas, lágrimas, besos, caricias. Hasta que duela. E incluso doliendo, aquí seguiríamos.
(Ya sabes que nunca dejaría de escribirte, ni de quererte, ni de abrazarte. Me enamoras)
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