Aunque digas que no sé darte la mano, sé que la mía encaja a la perfección con la tuya. Estábamos hechos para enamorarnos, y aquí estamos, volando, soñando, amándonos. Cada vez me cuesta más despedirme de ti, y es que qué poco me gusta ver como te alejas por el intercambiador de Avenida de América. No me gusta nada. Pero a la vez me encanta ver cómo te pones las manos en la cabeza y la agitas, cómo te giras para ver si sigo ahí. Te veo alejarte unos metros más, y mi sonrisa más grande no puede ser. Esa forma de caminar que es tuya, esa que espero ver por los pasillos de mi casa. Y es que es así. Cambiaremos días sin vernos por milésimas de segundo, bancos de un parque por una cama, los vagones del metro por nuestro sofá. Esas mañanas de domingo al Sol por las de amanecer contigo. Cambiaremos soñar que dormimos juntos, por soñar abrazada a ti. Poco a poco, pero prontito lo tendremos, te lo prometo. De momento, el primer imán de la nevera ya lo tenemos... Lo próximo, UNA VIDA.
Te quiero Javi, te quiero para siempre.
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