Sí, esos momentos en silencio, con el sol iluminándonos. Yo a punto de quedarme dormida y tú, tú cogiéndome, feliz. Que a veces no digas nada no es para nada algo significativo, porque quizás tampoco espere una respuesta. Porque quizás me sirva que tan sólo escuches en silencio, el sonido afónico de mi sonrisa, o que me dejes escuchar como late tu corazón apoyada en tu pecho.
Y así, mi aliento en tu cuello, y mis manos en tu pelo... Dos, cinco, diez minutos así. Los que sean, se me hacen eternos. Me levanto, e intento mirarte, pero casi no puedo ni abrir los ojos, solo te sonrío. Como cualquier niña tonta. Y que entonces ahí me beses. Y que después yo te abrace fuerte, muy fuerte. Como tanto te gusta...
Y que esperes. Que sepas (y sepamos) esperar, pero cogiendo de mi mano. Que ya queda menos, y cada día que pasa es mejor. Esperemos, sentaditos en cualquier banco, pero juntos.
Eso es lo que importa.
Y entonces así cada mañana de tu vida se convertirá en la primera.
La primera vez que me sonrías, la primera vez que me encuentre contigo y con los primeros rayos de sol entrando por la ventana a la vez y piense: jo..que guapo es.
Y el primer abrazo, el primer madrugón... La primera noche, la primera cena en casa. La primera película en el sofá...
Porque siempre es mucho más bonito empezar de cero. Mucho más bonito. Es hacerlo diferente, es hacerlo único cada veinticuatro horas...
Eso sí, aunque pasen días, meses o años.. se me sigue poniendo la piel de punta cuando me tocas la tripita..
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